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Carta de un hada encarcelada.

 






Es curioso que escriba esta carta. 

No quiero hablar contigo y me retracto.

¿Por que no me puedo ir? Déjame en paz, pasa la pagina así como yo lo estoy tratando de hacer.

La pagina es liviana, pero tu no dejas de apoyar tu mano en su punta, y cuando trato de encararte te haces el desapercibido, pero la sigues manteniendo firme, sobre mi hoja.  

Una hada diminuta soy, atrapada en tu jaula blanca, llena de flores que parecen vivas con sus colores, sus deliciosos perfumes que embriagan la nariz cual abeja a su miel.

Me dejo atrapar por ti, solo por la jaula. Mas sea cual sea la jaula, sea bañada en oro, llena de piedras y joyas preciosas, sigue siendo una jaula.

Sigue siendo un lugar donde no hay libertad, donde no hay salida, a menos de que me habrás la puerta plateada, que gracias a las flores, se me ha perdido.

Estoy atrapada en un lugar que, es extraño, pero me gusta. Entre aquí sabiendo que era una jaula, pero no me importo. Fui consciente del suicidio de dejarme engatusar por los perfumes y mimos, pero ni siquiera dude.

Ahora, que ha pasado mucho tiempo que mis alas no se mueven, que mis piernas están tensas, que mi nariz arde y pica, ruego por aire, por espacio, quiero salir, necesito salir.

Un día, mientras observaba una flor entrometida entrando por las barandillas de mi jaula, vi una sombra fuera. Alguien como yo, otra hada, volando libre por la habitación.

Me quede atónita, porque recuerdo que tu habías dicho que las hadas no eran permitidas en tu mundo humano, por eso me encerrabas aquí, para protegerme de los demás monstruos. Mas… ella esta fuera, en paz y volando. A veces la observo de lejos, cuidando que no me vea, cumpliendo el propósito de las flores que me has puesto, mas si veo que le tienes mucho cariño. Recuerdo el día que debajo de las estrellas y los arboles dijiste lo mismo que le dices ahora a ella: “Te amo, mi hermosa criatura”.

He descubierto por mi misma que no es una hada cruel, ha escuchado mis gritos cuando el día se oscurecen y marchitan las flores y ha preguntado por mi, la oí preguntarte a ti por mi.

Bueno, para ser específicos, no por mi, mas bien, por la intrigante jaula blanca triste que tienes.

¿Acaso no le has dicho que me tienes aquí? ¿Ella no sabe que cuando ella sale al jardín, vienes a mi a jugar conmigo? ¿No se lo has dicho?

Hace poco tiempo me escape de la jaula, encontré la puerta y la abrí cuando tu estabas con tu hada favorita.

¿Yo era tu segunda opción? Que atroz dolor que siento en mi interior cuando me pregunto esto.

¿Por qué no me dejabas ir? Yo no debería seguir ahí y tu lo sabes.

Hiciste lo mismo con otra de mi especie, que confiamos en ti, y nos enjaulaste. ¿Somos tu pasatiempo?

 Cuando se fue la despreciaste, y no trataste siquiera de hacerla cambiar de opinión.

Dime bastardo, ¿Ocupe el lugar de ella? ¿Seguía contigo por costumbre tuya de tener a alguien ahí? 

Comentarios

  1. Me encantóooo. Es como una indirecta de las relaciones sobrecontroladoras, los mujeriegos y el engaño, ¿no? Bueno, al menos eso entendí 😅

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  2. Te voy a contar algo que quizá no me vas a querer creer: yo leí esta historia ni bien la publicaste el año pasado, sólo que no comenté nada porque estaba usando la cuenta de mi hermano y no quería que leyera las notificaciones por si me. Contestabas 😂

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